sábado, 6 de octubre de 2007

Sobre "El Gran Dictador"

Más de cincuenta años después, se reestrena en España El gran dictador, la obra de Charlie Chaplin sobre las dictaduras europeas

Pero Chaplin sigue adelante, ignorando no sólo a los alemanes sino también a los exhibidores norteamericanos, que le advierten que no pasarán El gran dictador tras su estreno. "La voy a proyectar ante el público, aunque tenga que comprarme o mandarme construir un cine para ello, y aunque el único espectador de la sala sea yo", responde a la prensa. Finalmente, la cinta se estrena el 15 de octubre de 1940 en Nueva York y desata un revuelo aún mayor del esperado.

La prensa más conservadora, encabezada por los periódicos del todopoderoso William Randolph Hearst, acusa a Chaplin abiertamente de "comunista" y buena parte de la prensa especializada ataca duramente al filme, tachándolo de desigual e impreciso y centrando sus críticas en el largo discurso final en el que el director toma la palabra superando a su personaje y lanzando su propia proclama de democracia e igualdad. El propio Chaplin tuvo que defenderse en The New York Times. "Para mi es la conclusión lógica de la historia. Hay quienes aseguran que se sale del personaje del barbero. ¿Y qué? La película dura dos horas y tres minutos de pura comedia, ¿no se disculpará que finalice con una nota que refleja en forma honesta y realista el mundo en el que vivimos y no se disculpará un alegato en favor de un mundo mejor?".

A pesar de las explicaciones, El gran dictador se prohibe en muchos Estados norteamericanos y en la Europa dominada por el fascismo, además de países como Argentina. En España, la película no se estrena hasta 1976, tras la muerte de Franco. El propio Hitler sintió curiosidad por ver qué había hecho Chaplin y consiguió una copia que proyectó dos veces seguidas sin hacer ningún comentario.

El retrato que realiza Chaplin en El gran dictador presenta a un Hitler (escondido tras el nombre de Hynkel), inseguro, irascible, ebrio de sí mismo y cuya única fuerza consiste en el grito. El alter ego de Chaplin también entra en escena como un barbero judio que vuelve a su barrio sin saber de la persecución de su raza y que, al final, será el responsable de sustituir a Hynkel con un discurso de amor y fraternidad. Junto a ellos figuran otros personajes claramen reconocibles como el intrigante e inteligente Garbitsch (Goebbles), el cerril Herring (Göring) o su mayor aliado Napaloni (Mussolini), magnificamente interpretado por el actor Jack Oakie. En líneas generales la cinta respira un ambiente satírico de denuncia que, sin embargo, no deja entrever la magnitud del holocausto que tendría lugar en los años posteriores. "Si hubiera sabido lo que iba a ocurrir no habría podido realizar una película de espíritu cómico. Todo fue demasiado horrible", explicó mucho más tarde Chaplin.

Sin embargo, lo que sí cambió radicalmente fue la percepción de la película de Chaplin tras el ataque japones a Pearl Harbour, un año después de su estreno, que provocó la definitiva implicación de los Estados Unidos en el conflicto mundial. A partir de ahí la cinta disfrutó de un éxito sin precedentes, que no se apagaría hasta la actualidad. Ahora, más de sesenta años después de su filmación, El gran dictador regresa a las pantallas de cine en unos tiempos que, como entonces, anuncian una guerra donde los inocentes tienen mucho que perder. Quizás la reflexión de Chaplin sobre la sinrazón de la violencia sea más necesaria que nunca.

Discurso del barbero

"Lo siento pero yo no quiero ser un Emperador - ese no es mi negocio - no quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todos si fuera posible, a los judíos, a los gentiles, a los negros, a los blancos. Todos queremos ayudarnos los unos a los otros, los seres humanos somos así. Todos queremos vivir por la felicidad de todos, no por la miseria de los demás. No queremos odiar y despreciarnos el uno al otro. En este mundo hay espacio para todos y la tierra es rica y puede proveernos a todos.
El modo de vivir puede ser libre y hermoso, pero hemos equivocado el camino.
La avaricia ha envenenado las almas de la gente. Ha levantado barricadas de odio en el mundo; ha dado en nosotros un paso de ganso hacia la miseria y el derramamiento de sangre.
Hemos desarrollado la velocidad pero nos hemos encerrado en las máquinas que nos dan abundancia, que nos ha dejado sin deseos.
Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia nos ha endurecido y quitado toda amabilidad.
Pensamos demasiado y sentimos muy poco: Más que la máquina, necesitamos a la humanidad; más que a la inteligencia, necesitamos la bondad y la suavidad. Sin esas cualidades, la vida será violenta y todo estará perdido.
El avión y la radio nos han acercado. La naturaleza misma de esas invenciones pide a gritos la bondad entre los hombres, clama la hermandad universal para la unidad entre todos nosotros. Incluso ahora, mi voz llega a millones en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y pequeños niños, todos víctimas de un sistema que hace que hombres torturen y encarcelar a gente inocente. A todos los que pueden oírme les digo: "No se desesperen".
La miseria que ahora cae sobre nosotros es sólo el pasar de la avaricia, la amargura de los hombres quienes temen el camino del progreso humano: el odio de los hombres pasará y los dictadores morirán y el poder que ellos tomaron de la gente, regresará a la gente y mientras que los hombres ahora mueren, la libertad nunca perecerá...
¡Soldado! - No te sometas a las bestias, los hombres que te desprecian y esclavizan - los que reglamentan tu vida, y te dicen qué hacer, qué pensar y qué sentir, los que te entrenan, los que te tratan como ganado, como carne de cañón.
No te entregues a esos hombres desnaturalizados, hombres máquinas, con mentes de máquinas y corazones de máquinas. Tú no eres ganado. Tú eres un hombre. Ustedes tienen que tener amor por la humanidad, en sus corazones. Ustedes no odian - sólo lo hacen los desnaturalizados, sólo los desnaturalizados que no sienten amor. ¡Soldados! No luchen por la esclavitud, luchen por la libertad.
En el Capítulo Diecisiete de San Lucas está escrito: "el Reino de Dios está dentro de los hombres"- no sólo un hombre - sino todos los hombres - en ti, en toda la gente.
Tú, la gente, tienen el poder, el poder para crear máquinas, el poder para crear la felicidad. Tú, la gente tienen el poder de hacer la vida libre y hermosa, hacer de esta vida una maravillosa aventura. Entonces, en nombre de la democracia, vamos a usar ese poder - Vayamos todos unidos. Vamos a luchar todos por un mundo nuevo, un mundo decente que dé a todos los hombres una posibilidad para trabajar, que le dé un futuro, una vejez y seguridad.
Prometiendo esas mismas cosas, las bestias han tomado el poder, pero ellos mienten. Ellos no cumplen su promesa, ellos nunca lo harán. Los dictadores se liberan pero ellos esclavizan a la gente. Vamos ahora a luchar para realizar aquella promesa. Vamos a luchar para liberar al mundo, para abolir las barreras nacionales, abolir la avaricia, el odio y la intolerancia. Vamos a luchar por un mundo de razón, un mundo donde la ciencia y el progreso conduzcan a la gente hacia la felicidad.
¡Soldados! ¡En el nombre de la democracia, unámonos!
¡Levanta la vista! ¡Levanta la vista! Las nubes se alzan - el sol se abre camino. Salimos de la oscuridad hacia la luz. Entramos en un mundo nuevo. Un nuevo mundo amable, donde los hombres se elevarán sobre su odio y bestialidad.
El alma del hombre ha adquirido alas - y por, fin él comienza a volar. Él vuela hacia el arco iris -hacia la luz de la esperanza- hacia el futuro, ese glorioso futuro que le pertenece, me pertenece a mí y a todos nosotros. ¡Levanta la vista! ¡Levanta la vista!"

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